viernes, 14 de enero de 2011

LOS PROFETAS. ¿CÓMO SE RECONOCE A UN PROFETA?

Muchos creyentes y líderes aseguran que los profetas han acabado y que no existe el ministerio profético como tal, pero están equivocados e ignoran lo que dice la Palabra de Dios en Efesios 4, 11-12, escrito está: "Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo", lo que indica que el profeta es uno de los cinco ministerios de Jesucristo en la tierra y que acabarán cuando todo este consumado con la venida de Cristo.

No como dicen algunos teólogos, religiosos de alguna denominación, de que los profetas son hasta Juan el Bautista. Porque como dice Él, Juan, en Jochanan, (evangelio de Juan, 3, 30): “es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe”, quien crece es Jesucristo y quien mengua son todos los profetas desde Juan el Bautista. ¿A que se debe esto? Se debe a que el profeta, antes de Cristo, tenía la autoridad de Hashem, además de dar Palabra de Dios, dictar doctrina en base a su diseño y complementar su propósito mas allá de la Torah, es decir, los profetas del antiguo pacto tuvieron la misión de velar por la Torah y que se cumpliera, de lo contrario había juicio de Dios por la sentencia de la boca del profeta, lo que determina que la acción de Dios era espontánea en ese tiempo, ya que el Espíritu de Dios reposaba sobre los profetas.

En cambio, los profetas que han menguado desde el nuevo pacto han dejado el reconocimiento de la autoridad a Cristo, a quien profetizó Moshé (Moisés) como el que vendría a enseñar Torah y a darle forma.

El profeta de hoy es diseño del nuevo pacto, de Yahshua Ha Mashiaj; el profeta de estos tiempos no puede salirse del contexto bíblico porque caería en apostasía o herejía. Ahora su misión, como lo reveló Pablo en Primera de Corintios 14, 3: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación”, debe apegarse y basar su profecía en la Palabra de Dios.

Muchos piensan y confunden al profeta como un adivino, como si fuese un oráculo y cometen un gravísimo error, tal vez porque han existido falsos profetas que se la dan de adivinos, lectores del futuro, cuando en verdad hay una gran diferencia entre profetizar y adivinar.

Los adivinos o hechiceros les responden consultas a las personas con la finalidad de que si los augurios son buenos, la gente los reconozca y les den la gloria y fama, y si son malos, entonces, esclavizarlos al mercado de las pócimas, las hierbas, el tabaco y las velas.

Los profetas de este tiempo tienen la responsabilidad de dar testimonio de amor y ser valiente para los días postreros, es decir, estos días. Porque la palabra de Dios, que es una espada cortante, no es para destruir la iglesia (pueblo de Dios), utilizándose como inquisición para maltratar y destruir a los más débiles y para manipular a las congregaciones, sino para edificar el Pueblo de Dios, porque el profeta no esta llamado a regañar o a imponer, porque la autoridad y poder de redargüir es del Espíritu Santo; el profeta esta llamado a exhortar y consolar para edificación.

Gracias a Hashem, el pueblo de Dios cuenta con los profetas que sirven para difundir lo que Dios tiene preparado para su iglesia y que está escrito, solo que el profeta tiene el don y la misión de revelarlo y difundirlo a todo el Cuerpo de Cristo. Bendiciones en el nombre de Yahshua Ha Mashiaj.