Citaremos la poderosa Palabra de Dios en la Carta de Santiago (Jacobo) 2, 14-18, escrito está, “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras". El tema de la salvación actualmente ha sido muy polémico en diferentes doctrinas y muchos tienen sus criterios soportados en la religión y otros soportados hasta en el propio libertinaje, por ser tan delicado el asunto, haremos un estudio reflexivo del tema.
Para comenzar definiremos ¿que es la salvación? La Salvación no es nada más que un regalo, una dádiva que nuestro señor Jesucristo compró a precio de sangre en la cruz del Calvario. En tiempos del pueblo de Israel, hasta los comienzos del Imperio Romano, la salvación estaba supeditada a un acto profético en el Tabernáculo o el Templo que Salomón construyó, en el cual, el Sumo Sacerdote Levita entregaba un animal victima, y no victimario, es decir, que fuese indefenso, manso e inocente, para extraer toda la sangre y ser sacrificado, al altar del Lugar Santísimo; esté acto profético representaba con detalle al sacrificio redentor de Jesucristo como cordero llevado al matadero y como Sumo Sacerdote que se entregó como cordero para la remisión de nuestros pecados. Este vino a ser el único y eterno sacrificio por lo cual, cuando se rompió el velo después de la muerte de Jesucristo, el templo quedó innecesario, porque ahora el templo que se levantó en tres días es el cuerpo de Cristo, por lo cual ahora somos todos los hijos de Dios. Jesucristo dio carta aval a las almas del antiguo pacto (testamento) que murieron, esperando la Salvación, por parte de Nuestro Señor.
Una vez que Jesucristo derramó su sangre y murió por nosotros obtuvo nuestra salvación y ahora es gratuita, es un ¡regalo! Pero lamentablemente muchos la desperdician. Cabe destacar que no es la salvación que se pierde, porque Dios te da el regalo. Para ser más sencillo, veamos el siguiente ejemplo: Si a usted, viene una persona, un hermano o un familiar, le regala un obsequio muy hermoso, este ya es suyo, ya esa persona, sea quien sea, que se lo regaló, ya no se lo va a quitar. Significa que si el obsequio es suyo, entonces hay que cuidarlo o mejor dicho hay que utilizarlo como debe ser, pero si usted lo abandona o lo rechaza que es lo mismo simplemente el obsequio, para usted, no vale para nada, pero si lo recibimos con verdadera fe, lo cuidamos con amor. Muchos dicen que este regalo se mantiene con fe, pero en verdad, ¿habrá fe en este mundo?, como se preguntaba Jesucristo en la cita de Lucas 18, 8.
Para conocer esto, estudiamos la cita del principio de la carta de Santiago, pero antes analicemos, muchos piensan que ser salvos por la fe, es simplemente creer, pero si en verdad uno cree, uno debe practicar esta fe. La práctica de la fe son las obras de la fe, es decir que para creer hay que hacer, es como un hombre perezoso, que lo llaman del trabajo y dice que no va a ir porque del cielo le caerá todo lo que desea, ¡eso no es fe! Nosotros no tenemos que derramar sangre ni ser muertos como Cristo murió, pero si tenemos que hacer las obras encomendadas por Jesucristo, mientras estuvo en la Tierra, compartiendo con los discípulos.
¿A cuales obras se refiere la cita de santiago?, ¿a las obras de la religión? Pues no. Se refiere a lo que usted como ministro, no de púlpito, ni de primera fila como muchos se ven en las religiones de hoy en día, sino como un ministro prestado a “servir”, a “perdonar”, a ser sencillo, como lo dijo Cristo, “pequeño” pero sobretodo con la confianza y el poder en Jesucristo. Esta es la integridad. Las obras de la religión son obras de la Ley, eso no va a salvar a nadie. Pero tampoco la Gracia no es un cheque en blanco, la Salvación por medio de la Gracia es un regalo. Muchos dicen que pueden andar en el libertinaje porque la Gracia se los permite (las obras de la carne) y también solo por fe, que según muchos es creer, sin hacer las obras de la fe Pero aquel que no hace las obras de la fe, simplemente no cree, sino que se cae a mentira. Muchos están haciendo obras erróneas, incluso adjudicándose ministerios que Dios no les ha otorgado y no hacen el que Dios en si, le manda a hacer. Existe un desorden en muchos creyentes y lamentablemente, con toda seriedad, lo publico, no hay garantías de salvación, si tu no llevas el aceite en tu lámpara, no por las obras de la religión, que conste, sino por las obras de la fe.
Como dice Santiago (Jacobo), “muéstrame tu fe sin tus obras y yo te mostraré mi fe por mis obras”, lo que indica que el que hace las obras de la fe, “cree y será salvo tu y tu casa”, pero el que solo se acuesta a no hacer nada o a cometer disparates y no lo que Dios le encomendó, no sirvió al prójimo y no perdonó, entonces, lanzará por la borda, ese regalo precioso que se llama “salvación”. La Salvación es la corona de la eternidad y Pablo la llevó consigo con temor de Dios. Aquel que no ama a su prójimo y no escucha la voz de Dios, aun haciendo sermones, rezos repetidos y juicios a los demás, se encuentra perdido.
Simplemente, Santiago (Jacobo) dejó una palabra profética de lo que será el juicio de Dios en la Tierra, así que Hermanos míos, reflexionemos en el tema y espero haberles explicado el tema en cuestión. Saludos en el nombre de Yahshua Ha Mashiaj.