En primer lugar, citaremos la poderosa Palabra de Dios en la segunda carta de Pablo a los Corintios (2da. Corintios 10, 3-5), escrito está, “pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. ¿Cuál es nuestra milicia? Y lo más importante ¿Cuál es nuestra misión dentro de la milicia que cita Pablo a los Corintios?
En primer lugar nuestra milicia es como Ministros del Nuevo Pacto, es decir, de llevar el evangelio de la paz. ¿Cuáles son las armas de nuestra milicia? Las mismas que cita Pablo en la carta a los Efesios (Efesios 6, 10-18), al exhortarnos como Ministros del Evangelio a llevar puesta la armadura de Dios. Y la misión que nosotros tenemos como Ministros es predicar la Verdad, Presentar a Yahshua como debe ser, Nuestro Señor y Salvador, ejecutar, bajo su poderoso nombre y actué en nosotros a través de su Santo Espíritu, uno de los cinco ministerios al cual hemos sido llamados cada uno de nosotros para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Pero hay un problema con la interpretación que algunos teólogos, eruditos o letrados en la Biblia, le dan a esta cita, afirmando, de que somos soldados para combatir a Satanás y que el campo de batalla de la guerra espiritual es nuestra mente, porque la guerra espiritual, según ellos, consiste en las luchas internas que tienen los cristianos en combatir al pecado y sus tentaciones.
Por esta razón es que hay tanta mentalidad religiosa en el mundo, por las erróneas interpretaciones que se dan a la Biblia. Hermanos, nosotros somos ministros y nuestra lucha es contra el sistema que Satanás ha implementado en el mundo para engañar al hombre como las religiones, las ideologías políticas, las leyes terrenales que favorecen al pecado como la homosexualidad, por ejemplo, en fin, son tantas las maquinaciones del enemigo en el mundo para poder atar a muchos que aun están a la espera por nosotros y hay que hacer el trabajo porque como dijo Nuestro Señor, “la mies es mucha y los obreros pocos” (Mateo 9, 37).
Esta errónea interpretación ha dado pie a que cualquier cosa que suceda, un pecado, un delito o una ofensa será culpa del diablo y el hombre con la actitud de las manos escondidas, así como Eva le echó la culpa a Satanás y Adán a su mujer. Una actitud que se observa como irresponsable, ya que lo responsable es confesar el pecado, arrepentirse, pedir perdón al hermano reconociendo la falta cometida, eso es todo. Que cuento de guerra espiritual en donde el enemigo nos gana porque fallamos, eso no es bíblico.
Pero lamentablemente se esta perdiendo el tiempo y el trabajo en la obra, solo pensando en guerras espirituales y combatiéndose los creyentes con religión. Recuerden, ya Cristo murió y resucitó por nosotros y cortó el velo, la barrera que cubría el lugar santísimo, todos los hijos de Dios tenemos acceso a nuestro Padre por medio de Nuestro Señor Yahshua.
En cuanto a la batalla que tiene lugar en el campo de la mente, tiene que ver con las luchas internas de uno mismo entre la carne o el cuerpo y la mente o el alma, tal como lo cita Pablo a los Romanos: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7, 22-23) y Pedro: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2, 11). Pero en este caso el espíritu no tiene nada que ver, ya que está fortalecido como lo cita Pablo anteriormente en 2da. Corintios 10 y Efesios 6, es decir, no sale afectado, porque el pecado no nos pertenece en el espíritu, es la carne y la sangre quién peca y la que quedará en este mundo terreno.
La guerra contra los demonios o Satanás la libran los santos ángeles de Hashem, esta es la guerra espiritual. Cuando usted echa fuera un demonio, usted no tiene una guerra con este, simplemente usted tiene la autoridad de la figura de Cristo y las llaves para desatar en la tierra y ser desatado en el cielo, y el demonio no tiene más remedio que obedecer, el demonio no va a pelear con usted ni con ningún hijo de Dios. Este sabe que si busca pelear con un hijo de Dios, se encontrará ángeles alrededor, así que no debemos temer.
Por lo tanto, hermanos no existe tal guerra espiritual contra nosotros, ni nosotros la peleamos, son confrontaciones entre nuestra alma renacida y los elementos de cooperación en nuestro cuerpo, ya que cada uno de nosotros tuvo una historia que el enemigo conoce. Pero estos “dardos” no le hacen daño a usted ni a ningún hijo de Dios porque usted ya forma parte del pacto de sangre que Cristo pagó en la cruz del Calvario y es el escudo de la fe en Cristo Jesús, cuidémonos de hacer lo bueno, las obras de la fe, esencialmente la de amar al prójimo, siempre y cuando glorificando a Dios en el nombre de Jesucristo y de esta manera amarás a Dios, mediante las obras por la fe hacia el prójimo. La guerra espiritual aunque ganada por Dios, es entre Dios y sus ángeles contra Satanás y sus demonios.
Hermanos, nuestra pelea es por la batalla de la fe contra este mundo para ganar almas, de los demonios o Satanás se encargarán los ángeles y Dios, solo lo que nos queda es orar, no desmayar en la fe, cumplir con las obras de la fe que es el amor a Dios y al prójimo simultáneamente y cumplir con el ministerio al que fuimos llamados. Bendiciones en el nombre de Yahshua Ha Mashiaj.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sus comentarios son importantes...