martes, 15 de marzo de 2016

REFLEXIONES ENTRE LA RELIGIÓN Y DIOS

La religión enseña que todo lo que circula alrededor de Dios es obligatorio, pero no es el hecho de que sea obligatorio sino que sea voluntario. Hay que enseñar que la salvación es una ofrenda de amor y el amor es recíproco, es decir cuando tu amas no haces las cosas obligatoriamente, das de lo que recibes.

La obediencia a Dios es un principio de amor y no de obligación, para serles franco Dios no quiere tener a nadie obligado, porque la obligación es una obra muerta. Dios quiere personas que le busquen por que lo aman, por que el amor a Dios es adoración. Cuanto más te obligas caes preso del pecado. Dios no quiere que estés atado a leyes, quiere que la gracia te mantenga enamorado de El, que te sientas libre de decir amo a Papá, en esta hora Dios anhela ser siempre tu Papá porque El es nuestro Padre. Debes conocer que Dios es amor, un Padre amoroso con su hijo amoroso que esta presente en ti para identificarte, esa es la gracia de Jesucristo la que te identifica.

Muchos religiosos caen en prejuicios. No juzgues, déjale a Dios ese papel. Se libre en el amor de Dios y no en el pecado. Si estas en caminos desviados, busca la vereda recta que es Jesucristo. Si te caes, levántate de nuevo hasta que logres el equilibrio por ti mismo para que no vuelvas a caer. Así que se obediente con sinceridad, con la voluntad espontánea y agradable de servir, de comprender, de respetar, de perdonar, en fin de amar que lo agrupa todo. No hagas nada obligado porque tus caídas durante todo el camino serán muy frecuentes y demasiado dolorosas, recuerda que Cristo tuvo esos dolores por ti.

Mientras ames a Dios en Espíritu y Verdad (con gracia y no por ley, con amor y no obligación) entonces habrás ganado todo en tu vida, porque el sacrificio de Jesucristo al fin tuvo efecto sobre ti, porque recuerda, la salvación no es de labios, es de corazón. Que tus hechos (que no tengan que ver nada con dogmas ni con requisitos e interpretaciones religiosas) sean de verdadero amor, sin idolatría y como buen prójimo.

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